lunes, 4 de mayo de 2015

Algunos lo llaman amor.

Y, de repente, un día te levantas con el pie izquierdo, apenas sabes lo que dices, porque todo está mal dentro de ti.
Intentas no hablar con nadie, porque sabes que acabarás haciéndole daño.
Y  él te habla, y tu le respondes gritando palabras que se te clavan en el alma. Y a él también.
Necesitabas soltarlo, sí, pero no con él.
Entonces te odias e intentas arreglarlo, pero ya no tiene arreglo. Él ya se ha ido y tú le gritas desde lejos que lo sientes, que no querías pagarlo con él, pero no se da la vuelta, no vuelve, y el mundo se te cae encima. Ya no tienes al que te hacía vivir los momentos felices, ya no tienes al que te hacía seguir cada día y te impulsaba para ir al instituto.
Entonces lloras, durante muchos días con sus noches, muchos meses con sus semanas.
Y ahí te das cuenta de que no sólo era el chico de clase que te alegraba los días.
«Algunos lo llaman amor, pero yo le he puesto otro nombre... el tuyo.»

lunes, 27 de abril de 2015

Hemos llegado a tal punto en la sociedad, que ni siquiera puedes decir lo que sientes sin que te juzguen.
Pero esto desaparece en las clases de filosofía, en las que digo cómo estoy con una metáfora y nadie entiende ni pregunta el por qué, o cuando encuentro a alguien que alguna vez pasó por lo mismo, entonces, me siento bien, porque por fin puedo contarlo, pero, sigo clavando las uñas en mi brazo como forma de desahogo. Sigo pasando noches sin dormir, porque mis problemas no me los quita nadie, y aunque haya momentos “felices”, no siempre es así.
Una vez, leí: “¿Eres feliz con momentos tristes o triste con momentos felices?” En ese momento, respondí sin dudarlo. Feliz con momentos tristes. Sin embargo, ya no pienso lo mismo, al menos no ahora.
Normalmente, la gente me dice que me rio demasiado o me tomo las cosas demasiado a broma. No me queda otra, aún así, me siento mal. Imagináos si me lo tomara todo en serio.
En ocasiones pienso que nada tiene sentido, en realidad. Que estamos aquí para morir. Luego le veo la sonrisa, miro a sus ojos azules y pienso: “¿Y si estamos aquí para hacer feliz a alguien?” Entonces, me doy cuenta de que la mayor parte de mis momentos felices llevan su nombre.

jueves, 23 de abril de 2015

La chica invisible.

Esta es la historia de la chica en la que nadie se fija, la chica de pelo medio azul que lee y no necesita salir para ser feliz.
Un día, esa chica se despertó y fue a tomarse un café, como todas sus rutinarias mañanas, pero ese día, notó algo inusual, aunque no sabia realmente qué era.
Salió de casa y, andando mientras escuchaba música, se fue fijando en todo lo que le rodeaba: las casas llenas de felicidad, adolescentes felices de un lado para otro... Y ahí notó la diferencia. Ese día todo era feliz, todo menos ella, que estaba mucho peor que otros días.
Su día lo pasó como otro cualquiera, solitaria y sin destacar. Hasta que llegó a casa.
Su mirada se iluminó al verlo, ¿cómo había llegado hasta allí saliendo a la misma vez que ella y andando? Le dedicó una sonrisa, no demasiado bonita, debido a los aparatos y se sinceró:
- Mira, yo no sé qué haces aquí -comenzó- pero te aconsejo que te alejes de mi, al menos, si no quieres perder a todo el mundo. Sé que sabes lo que siento y tengo que decirte que lo hago con la misma fuerza con la que me odio a mi misma. Debes saberlo. No sé que haces, pero no vas a conseguir nada bueno de mi.

- ¿No lo entiendes? Todo en ti es bueno, la forma en la que te entusiasmas cuando pasa lo que quieres en un libro o cómo te desilusionas si no es así. Tu sonrisa, aun con el aparato es preciosa. Estoy enamorado de ti, y puedes intentar alejarme, pero no va a cambiar nada.

Se quedó en silencio. ¿Enamorado? ¿De ella? No, no podia ser, debía ser una estupida broma. Él era demasiado.
Volvió en sí misma, mirandose al espejo de su habitación, con él esperando una respuesta. Entonces fue cuando se dió cuenta de que no podía ser real, rompió el espejo, cojió un cristal y acabó con todo a base de cortes en su cuerpo.
Ahí despertó, y se dio cuenta de que había sido el final más feliz de todos sus sueños.